Leo en Librosfera que el Quadern Gris de Josep Pla comienza a ser publicado . El articulillo reseña también la existencia ya comprobada de ediciones anglosajonas similares de otros textos de género epistolar.
La edición de Pla, por supuesto en su idioma original, cuenta con algunas ideas interesantes. En primer lugar, los editores han decidido publicar lo textos 90 años después de las fechas usadas en el diario. De tal forma, que habiendo comenzado en marzo, la enrada del 18 de marzo, tal día como hoy, hace 90 años, se publica la del 18 de marzo de 1918. Lo cual no deja de ser un detalle de homenaje editorial y literario al texto de origen. por otro lado, se etiquetan los artículos por medio de categorías temáticas (en referencia a temas generales, familia, geografía, lecturas, moral, personajes y religión). Esto permitirá recoger una lectura trasversal del Quadern si elegimos cualquiera de los temas ofrecidos. Una segunda lectura es la que puede hacerse a través del archivo de entradas, por medio del calendario, al elegir fechas concretas. De este modo tan sencillo, un diario que nunca fue pensado para un soporte como el de una bitácora electrónica, se adecúa perfectamente al nuevo medio, y el lector puede aprovechar a la perfección algunas de sus ventajas para realizar lecturas trasversales, así como una búsqueda automática por cualquier tipo de palabra.
Un elemento importantísimo, finalmente, es la posibilidad que toda bitácora permite, para dejar comentarios a cualquiera de las epístolas. Porque aquí es cuando se cumple la auténtica función epistolar, la respuesta del destinatario. Noventa años después, los lectores de Pla pueden callar si quieren, pero pueden responder ante los demás lectores al propio Pla. Algunos artículos suscitan una recepción muy activa, con respuestas que se dirigen al propio Pla como un amigo al que se conoce; en otras se comenta o interpreta lo que el texto dice. En otras aparece la perplejidad inmediata del mundo del lector con el de Pla. Así, desde la crítica literaria más tradicional a la que pasa por ponerse en el lugar de la ficción para responder literariamente, las posibilidades son variadas.
Querría comentar algo tamibén sobre otra iniciativa editorial, esta vez en inglés: la edición del Werther de Goethe a través de una lista de correo. Al suscribirse, el lector recibe en su correo las cartas que el joven Werther envía a su destinatario en el libro, que no es otro que su amigo Wilhelm dentro de la ficción, y el lector mismo al otro lado del espejo. El lector cumple en la versión electrónica un aún más explícito papel de amigo de Werther, ya que los emilios van dirigidos al propio nombre. Así, recibida efectivamente la carta en nuestro correo electrónico, tal y como en su correo tradicional las recibió el amigo de Werther, cumplimos en la praxis de nuestra realidad con el medio comunicador que la novela representa, actualizamos de manera literal ese medio, desde el que podemos y debemos mantener un relación epistolar con el joven Werther, y responder a sus cartas, que son publicadas en el sitio web de la edición. Se nos permite completar como lectores la novela -desde nuestro lado del espejo- tras las lecturas, de nuevo permitiendo la crítica lectora o la respuesta desde la inmersión aún en la ficción. ¿Qué le aconsejaría un lector actual al joven Werther, que nos desvela sus cuitas? La conversación con el clásico de Goethe parece asegurada, nuestra comunidad de lectores en conversación con el texto. Podemos comprobarlo allí mismo. De esta manera brillantemente sencilla surge la edición electrónica de un texto epistolar, que nos permite leer de una manera tan reflexiva como siempre se lee el Werther, pero con un añadido de interacción -de actuación- mucho mayor, que quizás haga por nuestra nueva lectura más de lo que pensamos.
Por último, las cartas del soldado William Henry Bonser Lamin, en la Primera Gran Guerra, van a parar a otro blog. En él, además, el perfil de este soldado que las redacta se puede consultar como si él mismo se hubiese dado de alta en la bitácora. Lo demás, sigue en la misma línea del archivo de calendario y la sincronía de fechas en lo posible (aunque pienso que en general se podrían poner simplemente las originales).
Últimamente no dejo de pensar en el texto literario, por un lado, como ese engranaje de piezas retóricas y gramaticales que se engarzan unas a otras, como unidades de sentido pequeñas según la definición de lexia de Barthes, y sobre todo como base de datos, con esas lexias relacionándose entre sí a través de nuestro mundo semántico digital. El mundo de los diarios y obras epistolares es un evidente e interesante campo para comenzar el trasvase de la literatura del libro a la literatura del computador, ya que son textos de unidades pequeñas y mantienen una cierta independencia o autonomía entre sí, lo cual los acerca al mundo del texto encapsulado digital. En ese sentido, ya la información enciclopédica tiene un lugar bien definido en lo digital, como lo demuestra la wikipedia, sin ir más lejos. Lo mismo empieza a suceder con la información de actualidad -tanto general como temática-, lo demuestra el crecimiento y presencia de los periódicos digitales y las páginas temáticas. poco a poco le toca el turno al resto de documentación científica, y por último a la literatura, quizás uno de los campos más controvertidos para realizar el trasvase, ya que no queremos leer con puras búsquedas aleatorias, o funcionar por concordancias -no todos queremos ser filólogos-, sino que buscamos posibilidades de lectura -narrativamente hablando- atractivas y nuevas, adaptadas al medio digital. Los sencillos ejemplos que he comentado, por sencillos no dejan de ser trabajos bien hechos, que incluso más adelante podrían verse ampliados y mejorados con nuevas propuestas de etiquetado para permitir una mayor cantidad de lecturas trasversales, o la ampliación o conexión de la información contenida en los artículos con otros materiales gráficos, sonoros, visuales, presentes en este u otros lugares de la red.